Cortesía de la artista.
una artista le pide a fotógrafos árabes "que la saquen guapa" (con extraños resultados)
Un fotógrafo la retrató con un sombrero de vaquera. “Y casi todos me blanquearon la piel”, nos cuenta.
Kodak Studios Satwa, 2015, Farah Al Qasimi, deBody Shop.
Cortesía de la artista.
Este artículo fue publicado originalmente en i-D US.
A principios de este año, Farah Al Qasimi hizo un llamamiento en Instagram para encontrar a su doble. La artista necesitaba a una mujer muy parecida físicamente a ella para actuar en una performance integrada en la nueva muestra en solitario que ofrece en Nueva York. Farah, que acaba de finalizar un máster en Bellas Artes por la Yale School of Art, aparece en su perfil de Instagram luciendo un parche en el ojo, y me pregunto si eso habrá tenido que ver con el hecho de que la “doble” que acabó encontrando no se pareciera mucho a ella.
“La verdad es que no se parece demasiado a mí”, admite Farah. “Ella es muy guapa, por lo que me siento halagada, pero lo importante realmente no es que se parezca a mí, sino que sea alguien con quien me podría confundir una persona que solo sepa mi nombre y nada más”. La mujer que escogió Farah es de origen indio-americano, mientras que Farah es de padre emiratí y madre libanesa-estadounidense.

“Pensaba en mi familia y en los hombres de mi vida, que han tenido que pasar por esa especie de castración que supone abandonar un lugar en el que encajas para trasladarse a otro en el que sufrirás prejuicios raciales”, añade, en referencia a su tío abuelo, de origen libanés y propietario de una bodega en el Upper West Side.
Los hombres de muchos de sus retratos son familiares suyos, a menudo fotografiados en su casa, y todas las imágenes capturan un momento íntimo: en una de ellas se ve a su padre sentado en el sofá, rodeado tapicería y cortinas a juego con su thawb. En otra, su amigo Ghaith está sentado sobre su cama, vestido de blanco y con los ojos cerrados. “Buscaba darle un uso distinto a la cámara, para hacer retratos más tiernos y protectores”, señala Farah. “Peor también hay algunos en los que se acentúa esa sensación de violencia e hipervisibilidad”.

En la performance, la doble de Farah realizaba una serie de acciones como si fuera ella, mientras que la verdadera Farah controlaba “imágenes proyectadas en las ventanas que hablaban de mi propia experiencia de ser sometida a vigilancia”.
El padre de Farah trabajó en Naciones Unidas y posteriormente llegó a ser Secretario General del Consejo de Cooperación del Golfo. “Se ha pasado media vida trabajando en asuntos de política exterior, por lo que, durante muchos años, nuestra familia ha estado sometida a escuchas”, explica. “Mis padres me lo advertían todo el tiempo, ‘No hables de esto, no hables de aquello’. Farah asegura que el correo de la familia siempre llega con un precinto de la Agencia de Seguridad Nacional y que en los aeropuertos siempre les registran el equipaje. Una semana y media antes de la inauguración de su exposición, Farah estaba hablando por teléfono cuando la conversación se vio interrumpida por un efecto de eco muy extraño.
“Muchas veces, cuando estoy hablando por teléfono, noto un sonido que indica que están grabando la llamada y entonces oigo a la otra persona en bucle”, nos cuenta. “Ocurrió antes de la exposición, así que aproveché para incluirlo también como parte de la muestra. La idea de la performance es la de poner a las fotografías en ese contexto”.

Para ese proyecto, Farah acudió a diversos estudios de fotografía de los Emiratos para encargarles una foto con una única indicación: “que salga guapa”.

“Normalmente se quedaban desconcertados con mi petición, supongo que porque están acostumbrados a que los clientes les digan exactamente cómo quieren aparecer en las fotos”, explica. “Solo un tipo se enfadó mucho porque vio que no llevaba maquillaje y me dijo, ‘No pasa nada, ya te lo pondré con Photoshop’”. Otro fotógrafo la hizo posar con un sombrero de vaquera. “Me interesan mucho las personas que me añaden accesorios. Me miran y piensan, ¿De dónde será? ¿Cómo querrá salir en la foto?’”.
Farah explica que prácticamente todos los fotógrafos le blanquearon la piel en la imagen final. “Es algo que se hace mucho allí. Viene de serie. La mayoría también me blanqueó los dientes y me dio color en las mejillas. Básicamente me retrataron como si fuera Blancanieves”. Además de la creencia de que la piel clara da un aspecto más occidental y atractivo, “en los EAU, la palidez de la piel está estrechamente vinculada al estatus y el trabajo”, señala Farah. “Dicen que las mujeres que tienen la piel más oscura han estado expuestas al sol porque tenían que trabajar. Mucha gente se aprovecha de esta creencia”.

El libro de Farah constituye el antídoto para esa tendencia a hacer palidecer los colores. En sus páginas aparecen imágenes de salones de belleza decorados con espejos de un rosa intenso, paredes con pintura llamativa medio desconchada, alfombras con patrones de vivos tonos, carteles publicitarios en tecnicolor o sus amigas y familiares ataviadas con prendas de gran estridencia cromática.
“Para mí, blanquear una piel que es de natural oscuro es como reducir o acallar a la persona”, señala la artista. “Y yo veo mucha belleza precisamente en lo opuesto. Cuando me mudé a los Estados Unidos, muchas me preguntaban sobre las mujeres de mi comunidad, con la idea de que allí somos todas muy calladas, dóciles y tímidas, pero a mi modo de ver, hay en nosotras un dinamismo que suele pasarse por alto”.

Farah nos habla de una fotografía en concreto, en la que aparece una amiga suya doblando una manta. “Me encanta porque está envuelta en color. Pese a que no se le ve la cara, la fotografía expresa en gran medida cómo es estar con mi amiga. Es una persona llena de color que vive en un mundo lleno de color. No hace falta verle los ojos para notar eso”.
“No creo que nadie tenga que deberse al mundo en cuerpo y alma”, añade. “Creo que en fotografía a menudo se establece la visibilidad como prioridad máxima, pero a mí me gusta buscar belleza en otros lugares”.
Body Shop está a la venta a través de Dashwood Books. More Good News se expone actualmente hasta el 22 de diciembre en la galería Helena Anrather.