Cinco reportajes sobre moda del New Yorker que tienes que leer
El New Yorker acaba de rediseñar su web y mientras tanto ha abierto su gran archivo al público -eso sí, hasta que desarrollen una pasarela de pago este otoño-. El caso es que es el momento ideal para disfrutar de 90 años del mejor periodismo de forma...

Una mujer entra en un taxi en un día de lluvia
Este deilicioso y extenso reportaje sobre Richard Avedon en su momento álgido prueba que The New Yorker no ha cambiado demasiado durante los últimos 50 años. El violinista y crítico Winthorp Sargeant fue uno de los pioneros en elaborar los extensos perfiles que todavía hoy caracterizan a la publicación. En este reportaje (el título habla de una imagen mítica de R.A), Sargeant captura la realidad del fotógrafo a sus 35 años, cuando trabajaba regularmente junto a Diana Vreeland en Harper's Bazaar y disfrutaba de la fama gracias al personaje inspirado en él e interpretado por Fred Astaire en Funny Face. Esta pieza de más de 8.000 palabras nos informa de que Avedon desprecia la vida rural, adora a su esposa y consigue la mayor parte de sus ingresos gracias a hacer publicidad para productos como la cerveza Pabst (!).

John Galliano: la fantasía
Antes de la sorprendente caída de John Galliano estuvo considerado como el genio y enfant terrible de la moda, consiguiendo éxito tras éxito. El artículo de Michael Specter publicado en 2003 resulta a día de hoy fascinante, ya que actúa a modo de cápsula del tiempo tanto para Galliano como para LVMH. Esta pieza muestra cómo esta multinacional del lujo se ha modernizado en diez años: entonces apostaban -y dependían- de diseñadores volátiles de gran talento como Galliano; ahora viven una época donde la empresa se entiende de una forma más diversificada, global y corporativa.

Rodarte: las hermanas retorcidas
En el perfil escrito en 2010 por Amanda Fortini sobre las hermanas Kate y Laura Mulleavy de Rodarte, "no pasa demasiado". Somos como una especie de mosca en la pared que asiste a la preparación de su desfile de otoño/invierno'09 y que está al tanto de los pequeños dramas que surgen al vestir a las modelos y ponerles los zapatos. Están obsesionadas por las telas, dan una vuelta por Colette… Pero de algún modo esta pieza muestra un drama implícito y nos demuestra que los buenos documentales son mejores que la ficción. Hay personajes, intereses e incluso algo de argumento (¿Conseguirán las Mulleavy conquistar el mundo de la moda? ¿Se harán con el control de una gran casa de moda?). Acompañada por el maravilloso retrato de Nan Goldin, la historia es sin duda uno de esos tesoros que merece la pena descubrir.

Harlem Chic
La moda no es sólo LVMH por aquí y Vogue por allá: también la calle tiene mucho que decir al respecto. La investigación de Kelefa Sanneh a finales de los ochenta en un Harlem invadido por logos ofrece una perspectiva incisiva sobre cómo el lujo se trasladó a la calle de la mano del mundo del rap a finales de los 80 y principios de los 90. La tienda de Dapper Dan en la 125th street vendía prendas muy extremas de diseñadores -imagina parkas de Louis Vuitton con el logo por todas partes- a una rica clientela en la que se contaban músicos, atletas y camellos. Una lectura esencial para toda persona interesada en el impacto cultural de la moda.

Betty Halbreich: preguntando a Betty
The New Yorker es una institución histórica y todavía prestigiosa en parte porque continúa abriendo las ventanas de una ciudad y un mundo que creemos conocer. Judith Thurman fue una de las primeras en hablar de Betty Halbreich, la dramática, teatral y maravillosa personal shopper de 86 años de Bergdorf Goodman. Tras la publicación del artículo, Lena Dunham contactó con Halbreich para que colaborara en Girls, posiblemente una de las mejores series de televisión que han surgido desde entonces. Thurman también apareció más tarde en The New Yorker Festival, publicó unas memorias y protagonizó otro artículo en la revista: "Seguimos preguntando a Betty".

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Texto Rory Satran
Imágenes cortesía de The New Yorker
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